Mañana 19 de enero nuestro partido tiene una nueva cita con la historia, con esa historia grande, la de aquel partido que fue capaz de realizar revoluciones en libertad, y con la capacidad para concretar varias de las más grandes transformaciones que recuerde nuestro país en el ultimo siglo. Ahí está, por ejemplo, la Chilenización del Cobre, ahí está la Reforma Agraria, ahí está la primera gran Reforma Educacional con la construcción de tres mil escuelas, ahí está la Promoción Popular, ahí está el impulso al sindicalismo, ahí está la Creación del Ministerio de Vivienda que permitió dar un hogar digno a 130 mil familias, ahí está la construcción de 56 hospitales en seis años, ahí está la masificación de la entrega de leche en el programa materno.
Sí camaradas, sí amigos independientes, el Partido Demócrata Cristiano tiene en su ADN la capacidad de soñar y de transformar esos sueños en realidad. Lo hicimos con Frei y ese gran equipo que lo acompañó; lo hicimos cuando varios de nuestros hombres y mujeres lideraron lo que varios creían imposible: un gran acuerdo político para sacar del poder a la Dictadura con la fuerza del voto, con la fuerza de una ilusión de que era posible construir un Chile mejor.
Y vaya que lo hicimos. Sin embargo, en el camino decayó esa fuerza y empuje que nos movió por décadas, y de los grandes sueños colectivos pasamos a los espejismos personalistas; de jugarnos por los pobres y la clase media, pasamos a hacer de los fríos números económicos –que importan- la razón para no dar los pasos que teníamos que dar.
De la revolución en libertad, pasamos a la comodidad del establishment. Tanto que algunos, pocos afortunadamente, cuentan los días para hacer una bella bienvenida en el aeropuerto y lograr un espacio en próximo el Gobierno, sin siquiera proponer una idea para ir en ayuda de los chilenos en los próximos cuatro años.
Yo me rebelo contra esa obsecuencia, me rebelo porque entiendo que el Chile de hoy es distinto y exige de sus políticos consecuencia, capacidad de gestión y propuestas. Por ello estoy en estas primarias, porque creo que más allá de las encuestas tenemos ideas, tenemos gente y tenemos fuerza para decirle al país que podemos dar el gran salto: desde el crecimiento económico para unos pocos al desarrollo equitativo; desde la eliminación de la pobreza, a la igualdad; desde la estabilidad institucional a una democracia participativa.
Las movilizaciones sociales nos dicen a gritos que hoy es el momento de las grandes transformaciones, porque este modelo que se construyó en las últimas dos décadas, hoy es un traje que nos quedó chico. Queremos hacer otro que incorpore nuestros sueños, nuestras creencias, nuestros valores, que no son nuevos, porque son los mismos de Frei, de Leighton, de Tomic y de tantos otros que movieron a la Patria Joven.
¿O es que acaso Frei Montalva no se hubiera escandalizado con esta vergonzosa desigualdad? ¿O es que Tomic no hubiera apostado por la nacionalización del litio? ¿O es que Leighton no se hubiese puesto al lado de los mapuches o de los pescadores artesanales?
Amigos, mañana la Democracia Cristiana tiene la posibilidad volver a sus raíces más puras, a su afán por transformar y revolucionar solidariamente nuestro país y dejar de lado los acuerdos entre cuatro paredes para preocuparse de apoyar y defender a los más débiles y necesitados de Chile.
El sábado 19 de enero podremos decir que somos socialcristianos sin letra chica y sin discriminación de ningún tipo, porque uno o defiende a las personas o las discrimina. Yo estoy por la primera opción, por defender a los mapuches, a los pescadores artesanales y a la gente que sufre postergación como en el Maule Sur, Aysén o Freirina.
Las primarias lo que hacen es brindarnos una plataforma para discutir el Chile que anhelamos, pero sobre todo para centrarnos en nuestro ADN y volver a ser la fuerza revolucionaria y transformadora: necesitamos nueva Constitución, necesitamos educación universitaria y de calidad sin lucro, necesitamos salud de alto nivel para todos, necesitamos terminar con la vergüenza de que el 70 por ciento de los trabajadores sean pobres; necesitamos equidad y sentados en comodos sillones no lo vamos a conseguir.
Los invito a votar mañana, a decir que las encuestas pueden equivocarse cuando se enfrentan a la convicción y a las buenas ideas, las ideas que nos mueven para que en cada rincón de Chile hombres, mujeres y niños tengan la certeza de que viven en un país justo, solidario y de oportunidades.

