Lo sé, Mario Benedetti, murió a principios del 2010, pero la sombra que dejó su muerte me tomó por sorpresa mucho después, mientras buscaba nuevas publicaciones del autor. Fue como si hubiese perdido parte del lazo emocional y literario que tenía y había forjado con él a través de hojas llenas de poesía, novelas y ensayos.
Lo sé, salió en las noticias, y todos los interesados en su obra comentaron el triste acontecimiento. Para otros pasó inadvertido. Sin embargo, yo no tuve esa oportunidad y –francamente- no perderé este espacio para dedicarlo al escritor latinoamericano más destacado de la Generación del 45.
Mucho sabemos de su prolífera obra (80 libros, traducidos a 25 idiomas), del exilio que lo marcó para siempre, como hombre y escritor. Conocemos mil datos de su vida que ya se han mencionado hasta el cansancio. Ahora sólo podemos intentar observar su obra como un todo, para hacer un punto final y cerrar el paréntesis de su vida.
Al leer y detenerse en frases y palabras de sus poesías y novelas, muchas veces encontramos fragmentos que nos describen perfectamente y que, no obstante, hablan de él. Benedetti logró desnudar el alma de la mitad de la humanidad. Gracias a su obra logramos vernos en retrospectiva, como si sus libros fuesen una especie de espejo, un cristal. Queda la sensación de que el autor ha entrado en la intimidad de nuestras mentes y devela lo más profundo de nuestros sentimientos y pensamientos.
“El olvido está lleno de memoria” (volumen de poemas), recoge esos olvidos que se llevan a cuestas, aquello que nuestra memoria trata de ocultar y nos enfrenta a la dulce y cruel verdad de saber que “El día o la noche en que el olvido estalle salte en pedazos o crepite/ los recuerdos atroces y los de maravilla quebrarán los barrotes de fuego arrastrarán la verdad por el mundo y esa verdad es que no hay olvido”. Así, de forma penetrante, nos demuestra que no olvidamos, sólo nos vendemos simulacros.
No obstante, hay perdón, así lo dibuja con suave fervor en uno de los poemas del mencionado libro; «El olvido está tan lleno de memoria que a veces no caben las remembranzas y hay que tirar rencores por la borda».
Sólo un escritor como Benedetti, fue y sigue siendo capaz de decir lo que otros temen gritar. Existencialista por esencia, pero inseguro al respecto. Le inquieta la existencia de Dios ¿Existe o no? Debate consigo mismo en algunas de sus obras -quizás sin notarlo- unas veces lo usa como salvación, varias veces lo nombra y en algunas ocasiones declara “dios morirá de viejo pesaroso y hastiado, triste por no poder encomendarse a dios”.
En otras oportunidades va más allá y se pregunta“Que pasaría si Dios fuera mujer” a lo que responde con vehemencia “es posible que ateos y agnósticos no dijéramos no con la cabeza y si con las entrañas” “Ay Dios mío si siempre y desde siempre fueras una mujer que lindo escándalo sería que venturosa espléndida imposible prodigiosa blasfemia”.
Su critica se extendió a la política, la sociedad y la religión, atreviéndose a ir contra el Vaticano, con una pluma ferviente declara “cuando Jesús arrojó del templo a los estupefactos mercaderes los defenestrados juraron vengarse” “y con la imprescindible bendición papal expulsaron del templo a Jesús Nazareno”. Uno de sus poemas más representativo sobre su incertidumbre teológica es “Quien Sabe” dónde hace una serie de preguntas sobre dios y su existencia, como interpelando al lector y a si mismo.
El amor, el olvido, el exilio, el dolor y la defensa de la alegría, llenaron su mente de telares de ensueños en los que tejió cada uno de sus versos, cada palabra, logrando perfeccionar su camino de escritor, entrando, así, en el grupo de autores latinos más leídos y controversiales.
Según Benedetti, la existencia es un continuo goce, tal como lo describe en su obra “Existir Todavía”, donde da a conocer sus memorias y destaca experiencias cotidianas, hermoseadas por su copla libre. Asimismo, en -“Existir Todavía”- baila sutilmente con la muerte desde la idea de “sobremorir sobreviviendo”.
La patria, la lluvia, el mar, la infancia, la vejez, son tema de los poemas del libro mencionado, en éste se atreve a ir contra el despiadado Bush y el poder del dinero, y se pierde en la nada, la soledad, los fantasmas, el cementerio y el silencio.
En la novela“La Tregua”, hace referencia al amor y a la muerte desgarradora, a través de un personaje que se siente viejo y alejado de sus hijos. Éste vive a la sombra de su primer amor, y se encuentra atrapado por la soledad que viene luego de la juventud. Hasta que conoce a una joven que cambia su forma de ver la vida. Su profundo contenido logra humedecer los ojos, dispara directo en la sien, y hace que el lector valore cada uno de los aspectos de su vida que jamás apreció.
Mario Bennedetti traspasó las fronteras terrenales y se fue lejos, ¿Dónde? ¿Quién sabe? Ni él estaba seguro, estará escribiendo “en las puertas del infierno” o diluido en un apacible atardecer azul-naranjo.
Sé que este réquiem no basta “nadie nunca te reemplaza y las cosas más triviales se vuelven fundamentales porque estás llegando a casa”, te recuerdo “Todavía”.
Tras 88 años de aventuras, tristezas y viajes, ha terminado su triste agonía que comenzó tres años antes cuando Luz -la mujer de su vida- muere entre sus brazos en Montevideo. Se apagó su voz, su mirada aguda y dejó un silencio impenetrable. Pero queda el eco de sus palabras y la magia de sus recuerdos. Todos plasmados en su vasta obra.

