Voy y Vuelvo…!!: Zapato de Huaso

¿Se puede bailar cueca con pata de palo?

El Bigote siempre tuvo pinta de pirata. Esa mirada de soslayo que delata a los que saben ver debajo del agua y a los desconfiados por naturaleza. Además, gracias a los pelos sobre el labio superior que le otorgaron el apodo, el misterio se instala como su cualidad principal.

Sin siquiera ser atractivo le llueven las mujeres, sobre todo en invierno. Es un sátiro que con un traguito de aguardiente atrae a las incautas a su casa, una improvisada vivienda levantada sobre latones de vehículos en desuso, reforzada con tablas heterogéneas recogidas en sus tantas andanzas secretas.

Los mal hablados dicen que solía arrancarle pertenencias a sus amantes de turno, por puro gusto y para que quedara huella del paso de El Bigote por esos lados… No le gusta dejar hijos de recuerdo. En eso sí tuvo cuidado.

Su fecha predilecta es el 18 de septiembre, las fiestas patrias, en el primer asomo de primavera. Ya a fines de agosto saca su traje de Huaso al sol: los zapatos, la manta, los pantalones de paño, el sombrero de paja. Todo se airea dispuesto sobre una silla frente a la casa, a la vista de los cauqueninos que salen a pasearse a la costa.

Sus pertenencias humildes exageran su hidalguía. En esos días dichosos, el hombre deja de ser un paria pueblerino y, camuflado en la algarabía popular, amplía su presencia como ser humano. Aspira a ser bailarín, poeta, bohemio. Las minas y sus cuentos de viejas guatonas casadas y faltas de macho recio dejan de ser el único espejo donde reflejar su individualidad. Entonces aparece en el piso de aserrín el grandioso engendro de su esencia: el apabullante genio de su raza campesina, alegre, apasionada, de nato creador e inspirador. El Bigotes suelta amarras y se baila sus mejores cuecas. Cada año lo designan Rey de la Paya y se gana el cacho de oro por el consumo de hectolitros de chicha en cacho.

Lo triste es que el tiempo no se detiene ni para los iluminados. Y El Bigote pasa el verano y el invierno sumido en las latas grises de los autos chocados que desarma y vende en su taller. El óxido hizo cuna en su diabetes de cincuentón bueno para los asados, y la gangrena le quitó una pierna…

Y ahora; ¿quién va a zapatear para el Dieciocho?. Si a El Bigote le cortaron una pierna. Justo tenía que tocarle a él: al huaso más dicharachero de la comarca. ¡Chucha Madre! ¿Valdrá la pena asolear las botas con punta?. Una sola nomás tendrá que ostentar ahora.

Pero nunca fue al doctor. No le gustan los galenos. Según dice, por culpa del médico murió su padre, don Primitivo, un español que se vistió toda la vida de blanco.

Lo van a resentir sus mujeres. Pues si a El Bigote le encantan las minas; ¿cómo se es hombre con el cuerpo mutilado? ¿Se le van a espantar las peucas?

La pata de palo, ¿de qué madera está hecha? ¿De pino, roble, araucaria?

No importa, pirata. Si tu estás hecho de la madera más noble.

Un famoso manco escribió la obra más importante de la literatura hispana. Otro español, un sordo, pintó fabulosas pesadillas y caprichos. Y un ciego argentino elucubró laberínticos relatos… Ignoro si ellos danzaban. Pero para eso estás tú, Bigote, para darle vuelo a la música de nuestras tierras y levantar con el baile de tu único zapato, calzado de puro huaso, el polvo de las peñas.

Por: María Elizabeth Cancino
Periodista y Licenciada en
Comunicación Social
Ilustración: Hans Garrino

1 comentario

  1. puede ser que él, a diferencia de muchos otros, como yo, como tú, o como cualquiera, disfrute su vida.
    bailando y zapateando para reir, para vivir.
    a otros nos falta mucho más que una pierna, porque a diario vamos ciegos y raudos a nuestros trabajos. cual robot programado.
    y al final olvidamos que estamos para zapatear!

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