Voy y Vuelvo…!!: Educación Sentimental


Andrés -muralla- Cancino está enamorado. Lo traté de convencer por todos los medios de que a sus 14 años eso que siente no se llama amor. Me dice que esas palabras son iguales a las de mi madre, que cansada de vaticinarle que así como le gusta Tania le van a gustar otras mil mujeres, lo reta cuando lo ve cabizbajo. Dice que no me cree, que mejor le cuente como se saca el dolor del pecho ahora que su novia, desde la playa, le comenta que lo está pasando tan bien que ni ganas tiene de que se terminen las vacaciones.

-Cuando uno quiere a alguien quiere puro estar con esa persona. ¿O no, María?

Andrés, le aconsejo con endeble convicción: si te hace sufrir, mejor déjala. El amor debe hacerte feliz, sino, no vale la pena. Entonces me responde: voy a tratar de hacerte caso. Y comprendo en seguida que mi intervención en sus primeras experiencias es tan estéril como el campo quemado por el rocío.

Mi pobre Andrés está enamorado y me pregunta como hacer para sacarse el dolor del pecho.

Mi primer amor me rompió el corazón. A los 14 años también. Apenas nos dimos un beso en los labios y me apasioné. Fue en una fiesta de esas que hacen para los escolares en la FITAL, en Talca. En el medio de un baile, a la hora de los lentos. Simplemente. Pensé que se me iba a salir un grito de alegría. Alegría pura, risa, espasmos, un salto ingrávido. Después vinieron otro par de besos y luego el viaje en bus de vuelta a Cauquenes, agarrada de su brazo, mirando sus ojos perdidos. Siempre parecía estar pensando en alguna cosa inasible a cualquiera que no fuese él. Tan hermoso, tan calmo y tan sensible. Aunque le gustaba el heavy metal.

Por única vez en mi vida me creí la princesa del cuento.

Pero resulta que las cosas cambian y que así como estalla el pecho, se encoge en un hoyo negro. Un universo que se expande y en un segundo se anula. Unas manos firmes alzadas y abiertas. Unos brazos que caen. La cara hundida en la almohada empapada de lágrimas y saliva. Mocos tambien. Por supuesto.

Al día siguiente, me levanté temprano y me puse bonita. Pero él no me miró en toda la mañana y supuse que era a consecuencia de su timidez. Nos fuimos luego a la plaza de armas. La clase completa paraba en la plaza de armas a la 1 y media de la tarde. Un rito para el Liceo Antonio Varas, el Claudina Urrutia y la Inmaculada Concepción. Me llamó a un rincón. Frente a la pileta, que en ese tiempo no lanzaba chorros pomposos. Era apenas un charco de cemento mojado. Simplemente, me pidió que mejor lo dejaramos así, porque sólo me quería como amiga.

Él nunca se enteró de lo que me pasó. No escuchó como se me quebraba el cuerpo entero. Cual quiltro apaliado caminé medio saltona rumbo a mi casa, salvando la dignidad, repitiéndome a mí misma tal cual le mentí a él: Todo bien.. no pasa nada.

Y terminé el año queriéndo morirme en las clases de historia, de física, de matemáticas, de música. Me salvaron las clases de castellano, únicamente porque me devolvían la esperanza. Las novelas siempre tienen vueltas esperanzadoras. Los poetas me daban ánimo en los recreos. Me lo pase escondida en la biblioteca.

Apenas hace un par de meses supe que la verdad del asunto es que si M. no quiso convertirme en su polola, es porque en ese momento estaba enamorado de mi mejor amiga, C. Y mi amiga era la chica de otro. Simplemente.

Andrés, le escribí en una carta. No tengo idea cómo se saca el dolor del pecho. Mejor aprende a soportarlo. Te voy a ser sincera hermano, le digo: este asunto no para. Ya te tocará a ti hacer sufrir a alguna lolita. Le explico, para que me entienda, que esto es como en el fútbol. Hay partidos que se ganan, otros que se empatan, y otros que se pierden por goleada. Y este cabro chico me escribe de vuelta: ¡LO IMPORTANTE ES QUE METAI EL GOOOOOOOOOL!

Me da risa, y la risa es fresca. Me guardo las palabras porque ya no se qué decir. Porque yo no sé nada. Porque el pendejo tiene razón.

Me acuerdo de un poema, que tal vez quiere decir lo mismo, pero con los adornos de la experiencia vivida en carne, en lecho, en años.

Te amo tanto mi amor
no canta el humano corazón con más verdad
Te amo como amigo y como amante
en una siempre diversa realidad
Te amo al fin con un tranquilo amor solícito
y te amo más allá, presente en la nostalgia
Te amo, en fin, con gran libertad
dentro de la eternidad y en cada instante
te amo como un animal, simplemente
De un amor sin misterio y sin virtud
con un deseo macizo y permanente
Y de amarte así, muy a menudo
un dia en tu cuerpo, de repente
he de morir de amar
más de lo que pude.

Vinicius de Moraes.

Por: María Elizabeth Cancino
Preiodista y Licenciada
en Comunicación Social

2 comentarios

  1. Elízabeth:
    Después de ésto, no resta mas que esperar tu próxima entrega. Mis felicitaciones!…y por supuesto…muchas gracias por éste espacio a tu mundo…nuestro mundo.

    Atentamente
    Alvaro Abasolo S.

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