Por: Sergio Hormazábal B.
Enólogo de Viña Ventisquero – Director Cofradía del Mérito Vitivinícola.
Este 4 de septiembre celebramos por segunda vez el Día del Vino Chileno. Esta celebración se instauró oficialmente en agosto del 2015. Aunque se logró después de años de trabajo de diferentes organizaciones, el tiempo que hubo para prepararse fue escaso… estábamos encima de la fecha. La elección del día se basó en un escrito de Pedro Valdivia sobre Chile y que es la antesala perfecta para las celebraciones del mes de la patria.
Este año es diferente, ya que las diversas agrupaciones motivadas en torno al vino llevamos meses empujando y promoviendo ideas para que esta fecha se celebre como corresponde, como una fiesta enogastronómica. ¡Claro! al vino no le gusta estar solo, siempre congrega gente, tradiciones y gastronomía, como una verdadera bebida nacional.
El objetivo de este Día no es ni más ni menos, que celebrar todo lo que rodea este alimento que es el vino. Y son muchas personas y los ámbitos involucrados. Solo por nombrar algunos; el vino reúne historia, patrimonio, tradiciones, cultura, ciencia, arte, sociedad, gastronomía y placer. Y por si fuera poco, su consumo moderado (dos copas al día) nos brinda comprobados beneficios para la salud, reduciendo el riesgo de enfermedades cardiacas y aumentando la expectativa de vida.
La idea es poder celebrar esta bebida en todas sus facetas; desde vinos simples y económicos, hasta los más emperifollados y caros. Desde vinos de cepas ancestrales (como “país” o “moscatel”) que se hacen artesanalmente en el Chile profundo, pasando por aquellos que nos han hecho nuestra fama en el mundo (como el “Carménère” o el “Cabernet Sauvignon”), hasta los vinos de cepas que recién están explorando nuestro territorio (como el “Petit Verdot”). Desde los vinos del desierto que crecen como un milagro entre la sal y los minerales del valle del Huasco, hasta los viñedos que se hacen a codazos entre el ganado y las praderas más allá del Lago Ranco, en el sur de Chile.
El vino chileno hoy es nuestro mejor embajador. Es el único producto que exportamos que llega a la mesa de las personas con su etiqueta gritando orgulloso que viene de Chile. Así es, ¡CHILE! Y cuesta darnos cuenta que prácticamente todas las otras cosas que comercializamos con el mundo se hunden en el anonimato antes de llegar a las personas. Nuestra responsabilidad con el Vino Chileno es grande.
Y si alguien leyendo esto, ariscó su nariz pensando en alguna cifra que leyó a la rápida sobre el alcohol que consumimos en Chile, le tengo que informar que tenemos el récord mundial como el país productor de vinos con el consumo per cápita más BAJO del planeta. Es por eso, entre otras cosas, que este 4 de septiembre los invito a compartir una botella de vino de manera simple con los amigos y la familia, y gritar un gran ¡SALUD! ¡Salud por el Vino Chileno, la vida y la felicidad!
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