Había rozado la gloria en el Apertura 2012, se había ilusionado por 14 minutos el fin de semana en la última fecha del actual torneo… Pero el grito de desahogo de todo Rancagua llegó al final, en sus 58 años de historia, en el Estadio Nacional, donde ganaron 1-0 a Universidad Católica.
No se esperaba menos que un duelo tenso y parejo entre los dos mejores equipos del semestre. Comenzaron los celestes en mejor pie en Ñuñoa con un mayor control del mediocampo y una UC que sentía la ausencia de Mirosevic, jugando con muchos pelotazos y poca precisión.
Pero los rancagaüinos después de tener una clara en el inicio con un cabezazo de Calandria tuvieron problemas para conseguir profundidad, y así de poco los universitarios empezaron a asentarse, de la mano de Costa, y a poner la pelota en el piso.
Ahí apareció la figura de Garcés, que fue exigido por un par de remates de Ríos, y unos duelos mano a mano donde mostró toda su solvencia para erigirse como uno de los jugadores claves de la campaña y del partido.
Con uñas y dientes
En el complemento el ingreso de Muñoz (57′) le dio más claridad a la ofensiva ‘cruzada’ que había estado apagada, y de hecho el ariete se echó atrás para tomar la manija del equipo que se instaló en campo contrario durante todo el complemento.
De esta manera comenzaron a sucederse la llegada ante una zaga que en el inicio se vio superado, y así Berizzo dispuso que los laterales no se movieran del fondo, más el apoyo de los volantes centrales, para ir cerrando los espacios.
Castillo y Ramos también entraron para tener mayor volumen ofensivo, pero en definitiva la escuadra de Lasarte chocó una y otra vez con el fondo del elenco de la Sexta Región, que se logró afirmar y no cometer errores para evitar pasar zozobras.
Incluso alguna contra tuvo O’Higgins para redondear el triunfo, pero el dramatismo se mantuvo hasta el quinto minuto de descuento, donde el pitazo final de Osorio desató la alegría celeste y alguna gresca en la cancha por la impotencia de la UC.
Así en 58 años de historia los celestes levantan su primera copa, coronando no sólo esta gran campaña si no un trabajo de un par de semestres de Berizzo, que le dio un sello futbolístico y emocional a su plantel, que logró dejar atrás todos los fantasmas y poner a su club, por fin y como corresponde, con una estrella en sus vitrinas.

