Vestir ideas menores con palabras mayores.

La vida política y social de Cauquenes es tan legible para algunos y liada a la vez para otros, que desgraciadamente sólo faltaba una convulsión tal, como la catástrofe de febrero, para hacer más sutil e ineludible la interrogante sobre si los que están adelante para el bienestar y desarrollo de los Cauqueninos son apropiados. Generalmente la vida de pueblo, como el nuestro, nos lleva por la senda del desinterés y apatía respecto a lo que ocurre, disimulando los apetitos de opinar juiciosamente en público e intervenir respecto a lo que sucede o no con las decisiones que marcan el destino.

Pero, la Democracia, vocablo debatible para unos y dogmático para otros, nos entrega el analgésico perfecto para atenuar dolencias y voracidades de opinar, escribir o hablar, acciones que generalmente hacemos, a espaldas y no a la cara. Fruto de ejercicios democráticos, hemos podido darnos a quines nos conducen, en cargos de elección popular.

Se supone que hemos decidido elegir ha nuestras autoridades en función de sus ideas expuestas, algunas antes del infeliz suceso del terremoto y otras posteriores, pero hay algo claro e incuestionable, es que hay promesas, estilos y gestión que visiblemente no han sido cumplidas o con despreocupada prolijidad, traduciéndose esto en mera continuidad o regresión en el avance comunal.

Desgraciadamente la calamidad del pasado febrero, podría ser una trinchera ideal para refugiarse y driblar las responsabilidades de responder a ofrecimientos publicos de campaña electoral, que llevado a un análisis razonado elemental, antes del cataclismo muchas de ellas ya se presentaban como ideas insostenibles, ilusorias, excéntricas e irrealizables, vestidas solo con palabras mayores.

Sólo queda algo que seria positivo comprobar, que al menos no exista trastorno e irritación, por que a través de una columna de opinión se expresa lo que se piensa y siente, más bien espero grandeza y sanidad reflejadas en valores y principios primordiales en el servicio publico como el respeto a la opinión y la autocrítica.

Por: Roberto Romero Yánez

Deja un comentario